
La bahía se cubre de luces, los tambores resuenan en el Centro Histórico, y las calles respiran orgullo. Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia y la segunda más antigua de América del Sur, celebra 500 años de fundación con un profundo sentido de pertenencia, memoria y transformación. Medio milenio después de aquel 29 de julio de 1525, la capital del Magdalena abraza su pasado y se lanza de lleno a la construcción de un futuro turístico, sostenible y culturalmente diverso.
De cuna ancestral a destino global
Santa Marta es mucho más que historia colonial. Antes de la llegada española, este territorio era parte del extenso dominio de los pueblos Tayrona, una civilización que dejó su huella en la arquitectura sagrada, los caminos empedrados y la cosmovisión aún viva en los pueblos indígenas actuales: koguis, arhuacos, wiwas y kankuamos.
Hoy, el legado ancestral sigue siendo vital. Líderes indígenas como Eduardo Gil Gil y Sey’arin Villafaña trabajan por integrar su visión del mundo en la oferta turística de la región, enseñando con orgullo que la Sierra Nevada no es solo una joya ecológica, sino un corazón espiritual que conecta la tierra y el cielo.
La “Perla de América”, entre el mar y la montaña
La primera referencia turística que tuvo Colombia fue Santa Marta. Según el historiador Alfonso Carrillo, fue el padre Antonio Julián quien la bautizó como “Perla de América”, en alusión a su extraordinaria ubicación geográfica: la única ciudad donde una sierra nevada se abraza con el mar Caribe.
Esa metáfora no fue gratuita. Desde Bahía Concha hasta Playa Cristal, desde los cafetales de Minca hasta los senderos de Ciudad Perdida, el territorio samario deslumbra por su variedad de paisajes, su biodiversidad y su patrimonio intangible.
Turismo con alma local
Carlos Vives, embajador natural de Santa Marta, ha recordado durante esta celebración que su música no existiría sin la magia de su ciudad natal. “Aquí todo suena a cumbia, a brisa, a tambor”, expresó emocionado durante uno de los conciertos de la semana. El Pibe Valderrama, otro ícono de la tierra, también se sumó a los homenajes, con una clínica deportiva para niños en barrios populares.
Pero más allá de las figuras públicas, los verdaderos protagonistas de este aniversario han sido los habitantes. Freddy Gómez, guía cultural, resalta que hoy Santa Marta no es solo playa: “El visitante quiere conectar con la gente, entender las historias, probar el café local, vivir una experiencia real”.
Economía en transformación
En las últimas décadas, el turismo desplazó al banano, al café y al carbón como principal motor económico. Solo en 2024, más de 2,2 millones de visitantes llegaron a Santa Marta, generando cerca de 40.000 empleos directos e indirectos. En temporada alta, el 89 % de la capacidad hotelera se ocupó, y el número de turistas internacionales no deja de crecer.
Sin embargo, ese crecimiento también plantea retos. La infraestructura pública —especialmente acueducto, movilidad y recolección de residuos— se ve presionada en temporada alta. Organizaciones sociales piden mayor regulación del turismo informal, más participación comunitaria en los planes urbanos, y límites claros en zonas protegidas como el Parque Tayrona.
Una mirada más allá del Rodadero
La Santa Marta contemporánea no es solo el skyline del Rodadero. Es también la ancestralidad de la Sierra, la espiritualidad indígena, las montañas de Minca, los manglares de Don Diego, y los barrios de pescadores que aún conservan tradiciones orales y saberes que no están en los folletos turísticos.
Hoy, cada visitante tiene la oportunidad de conocer una ciudad que se reconstruye desde sus raíces. Hay rutas patrimoniales, experiencias con comunidades afrodescendientes, recorridos virtuales por pueblos indígenas y gastronomía basada en recetas heredadas.
Retos para una Santa Marta del siglo XXI
Pese a su riqueza natural y cultural, la ciudad enfrenta desafíos estructurales. La conectividad aérea es limitada, el aeropuerto necesita una ampliación urgente y muchos proyectos de infraestructura han avanzado con lentitud. La doble calzada entre Ciénaga y Santa Marta, por ejemplo, aún enfrenta tramos críticos.
Además, el Plan Maestro del Centro Histórico no se ha actualizado de acuerdo con la Ley 2058 de 2020, que exige incluir la participación activa de comunidades indígenas y afro. Colectivos culturales reclaman una ciudad más justa, más representativa y menos excluyente.
Santa Marta Iberoamérica 500+
Como parte de su proyección global, la ciudad lanzó la estrategia Iberoamérica 500+, en alianza con CAF | Banco de desarrollo de América Latina y El Caribe y 41 ciudades históricas de América Latina y España. La iniciativa busca intercambiar experiencias sobre sostenibilidad urbana, cooperación cultural y turismo responsable.
Se invertirán 20 millones de dólares en fortalecimiento patrimonial, tecnología aplicada al turismo, y capacitación en cultura e idiomas para operadores turísticos. Es un paso hacia una Santa Marta más conectada, moderna e inclusiva.
Una ciudad que no olvida quién es
A 500 años de su fundación, Santa Marta se sabe compleja, contradictoria y luminosa. Es una ciudad donde se cruzan lo colonial, lo indígena, lo afro y lo contemporáneo. Donde cada barrio, cada acento y cada platillo tiene una historia que contar.
La Perla de América no es una postal detenida en el tiempo. Es una ciudad viva, que ríe, lucha, baila y se transforma. Una ciudad que mira al futuro con la sabiduría de sus ancestros, la fuerza de su gente y la música del Caribe latiendo en su alma.