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Un sueño se hace realidad: Colombia dice NO a la violencia como espectáculo

Por: Yerly Mozo, Ingeniera Civil

Lo ocurrido en la Corte Constitucional marca un antes y un después en la historia de Colombia. La Alta Corte no solo ratificó la vigencia de la Ley aprobada en el Congreso que prohíbe las corridas de toros, las tientas y las becerradas —pese a la demanda interpuesta por sectores taurinos que buscaban declararla inconstitucional—, sino que además dio un paso más allá: extendió la prohibición a las corralejas, al coleo y a las peleas de gallos.

Este fallo no es simplemente jurídico. Es el reflejo de la fuerza de una ciudadanía y defensores de los derechos de los animales que durante décadas hemos luchado incansablemente por el respeto a la vida, reconociendo que los animales sienten, sufren y merecen vivir libres de tortura. Resulta incluso paradójico que, en un país donde el plebiscito por la paz no alcanzó el respaldo suficiente, sí lo lograra una causa que reivindica el respeto a la vida en otra dimensión: la de los animales.

Para mí, que llevo casi dos décadas luchando por esta causa y participé activamente por su logro, este es un sueño hecho realidad. Lo que muchos pensaron y me decían que era imposible, hoy demuestra que con trabajo constante, con conocimiento y organización ciudadana, sí se pueden lograr transformaciones profundas. Me embarga una enorme alegría y una gran  felicidad que quiero compartir con millones de colombianos que también han mantenido viva esta esperanza.

Estamos frente a un hito histórico que redefine nuestra identidad cultural. Un país que en el pasado aplaudió la sangre en la arena, esta en proceso y ahora tiene la oportunidad de reinventar sus expresiones culturales en torno a la vida, la paz y la convivencia, sueños colectivos necesarios en este momento mas que nunca.

El gran desafío ahora es reinventarnos. Reinventarnos con espectáculos que no tengan como centro la sangre, la violencia ni el sufrimiento de un animal. Reinventarnos en tradiciones que, aunque hayan movido economías locales, sin duda su verdadero precio es que han perpetuado la normalización de la violencia.

Aquí las nuevas generaciones han tenido un papel fundamental: este triunfo también es la respuesta a su reclamo, a su llamado a construir un país que celebre la vida y no la muerte. Y es también una gran oportunidad para los emprendedores, para que, desde la creatividad, la innovación abran camino a nuevas formas de encuentro que promuevan el amor, los valores y los principios que nos unen como colombianos.

A quienes sienten que esta decisión los afecta, es importante decirles que no se trata de un cierre, sino todo lo contrario: de una oportunidad. Una oportunidad para emprender, para generar nuevos negocios que dignifiquen la labor. Las autoridades, por su parte, tienen la obligación de abrir espacios y alternativas que faciliten esa transición económica de la mejor manera posible.

Hoy celebremos, con emoción y esperanza, que Colombia haya decidido dar este paso. Porque así, con oportunidades, innovación y respeto, se construye una Colombia Libre de Maltrato Animal.