
Un nuevo capítulo en la historia del Vaticano inicia con una figura cercana a América Latina y forjada en el espíritu pastoral impulsado por Francisco.
Un hecho sin precedentes en la historia de la Iglesia
Este martes se confirmó lo que ya es un hito histórico: el cardenal Robert Prevost, de 69 años, ha sido elegido como el nuevo sumo pontífice de la Iglesia Católica, adoptando el nombre de León XIV. Se trata del primer papa nacido en Estados Unidos y con nacionalidad peruana, lo que marca un giro simbólico y político en la dirección de la Iglesia global.
Prevost nació en Chicago, pero su ministerio lo consolidó en Perú, país donde vivió y sirvió por casi tres décadas y al que se vinculó profundamente desde 1985, como parte de una misión agustiniana. En esa región del norte andino desarrolló gran parte de su vocación y liderazgo eclesiástico.
Raíces en América Latina y visión global
Tras años de trabajo pastoral, Prevost fue nombrado en 2014 como administrador apostólico de Chiclayo, y más tarde como obispo de esa misma diócesis. En cumplimiento de los concordatos entre Perú y la Santa Sede, adoptó la nacionalidad peruana, un gesto que hoy adquiere un poderoso significado simbólico para los pueblos latinoamericanos.
Prevost también ha sido uno de los colaboradores más cercanos del papa Francisco. En 2023, asumió la jefatura del Dicasterio para los Obispos, uno de los organismos más estratégicos dentro del Vaticano, encargado de los nombramientos episcopales a nivel mundial. También presidía la Pontificia Comisión para América Latina, lo que fortaleció aún más su vínculo con la región.
Un perfil sobrio, cercano y reformista
Reconocido por su carácter reservado, su espiritualidad firme y su capacidad de escucha, León XIV representa la continuidad —y posible profundización— del espíritu reformador que marcó el pontificado de Francisco. Se espera que su liderazgo impulse el diálogo intercultural, la renovación pastoral y una mayor inclusión en la Iglesia, sin romper los equilibrios doctrinales.
La elección de Prevost, con sus raíces estadounidenses y latinoamericanas, refleja una Iglesia cada vez más global, más diversa y atenta a las periferias, como lo soñó su predecesor.
Un nuevo ciclo para el catolicismo mundial
Con la elección de León XIV, la Iglesia entra en una nueva etapa. Su perfil híbrido entre el norte y el sur del continente americano puede marcar un camino de puentes entre culturas, reformas discretas pero firmes, y atención especial a los pueblos históricamente marginados del poder central eclesial.
El mundo observa con expectativa los primeros pasos del nuevo papa. Mientras tanto, millones de católicos celebran una elección que rompe con siglos de tradición europea y que abre la posibilidad de una Iglesia más inclusiva, más cercana y más abierta al cambio.