
Un informe de Crisis Group indagó en el funcionamiento de los centros de producción y distribución de drogas en la región.
Los grupos colombianos ya no tienen el protagonismo de los tiempos de Pablo Escobar, pero siguen siendo claves en esta cadena, que se mantiene pese a décadas y billones invertidos en la fallida lucha contra las drogas. Las exigencias de Trump pueden complicar el panorama. La telaraña que se teje entre ese universo delictivo se sostiene gracias a la coacción y corrupción de funcionarios estatales y a la disponibilidad de mano de obra en todos los niveles, especialmente de jóvenes a los que los Estados han sido incapaces de ofrecerles oportunidades para imaginar un futuro en la legalidad.
La ineficacia de la “guerra contra las drogas”
Todo este entramado, que es responsable de buena parte de la nueva oleada de violencia que sufre el continente, tiene como telón de fondo la ineficacia de la “guerra contra las drogas”, que tras 50 años (y billones de dólares de inversiones) no ha logrado que ni el narcotráfico ni los traficantes desaparezcan. Por el contrario, ha generado una reconfiguración del negocio que hace más difÃcil combatirlo.
Ejemplo de ello es el rol que en los últimos años han cumplido paÃses que no habÃan sido protagónicos en la ecuación, como Costa Rica y Ecuador (este último fue, en 2024, la nación más violenta de Suramérica). El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y su exigencia de ofensivas militares contra los grupos criminales, puede empeorar la situación o repetir errores del pasado que no han tenido éxitos duraderos.
Colombia: clave en la producción, pero sin protagonismo en ventas
En el caso de Colombia, una de las conclusiones más relevantes del informe es la pérdida de poder de los grupos ilegales en el tráfico internacional de drogas. Lejos de lo que ocurrÃa en las décadas de 1980 y 1990 con los carteles de MedellÃn y Cali, “los grupos colombianos han perdido su protagonismo”, explica Elizabeth Dickinson, analista senior de International Crisis Group.
Este hecho contrasta con el papel de Colombia en la producción de drogas, especialmente cocaÃna. El cultivo de coca se cuadruplicó en la última década, dejando al paÃs como el número uno en siembras y fabricación de pasta base a nivel mundial. Sin embargo, los grupos colombianos dependen de relaciones comerciales con organizaciones criminales más grandes, como los carteles de Sinaloa y Jalisco, para vender el producto.
México: el dominio del mercado y el auge del fentanilo
En la bonanza marimbera de la década de 1970, los narcotraficantes colombianos y mexicanos comenzaron a posicionarse en el mercado de drogas. Hoy en dÃa, las organizaciones criminales más poderosas en la logÃstica trasnacional son el cartel de Sinaloa y el cartel de Jalisco Nueva Generación.
Estos grupos dominan el tráfico internacional, organizando cada trayecto con subcontratistas responsables del almacenamiento y la entrada y salida de los puertos estratégicos, como Manzanillo en México o Buenaventura en Colombia, que han sido clave en la dinámica del comercio ilÃcito. Además del tráfico de cocaÃna, han incursionado en el mercado del fentanilo, una droga sintética que es actualmente la principal causa de muerte en EE.UU. entre los residentes de 18 a 49 años.
Narcos invisibles, polÃticos e impunidad
El narcotráfico ha demostrado su capacidad de adaptación y reconfiguración. Pese a la captura de capos, la erradicación forzosa de cultivos y las incautaciones, las redes de narcotráfico se han hecho más fuertes y diversificadas. La corrupción, la coacción y la impunidad siguen siendo los pilares que sostienen esta telaraña criminal en Latinoamérica.